En el episodio #11 de «Reflexiones de un Peregrino», repasamos una pequeña selección de las innumerables pistas que demuestran la santidad y validez de la Ley de Dios, destacando también el cuarto mandamiento.
Transcripción
Génesis capítulo 2, versos 2 y 3, dice que Dios hizo 3 cosas con respecto al sábado: lo reposó, lo bendijo y lo santificó.
Eso sucedió en el mismo inicio de la historia de la humanidad. Es difícil pensar que, si el sábado fue dado a la familia de Adán, sea algo que tenga que ser guardado por un grupo pequeño o selecto de personas y que adicionalmente, este limitado para un periodo de tiempo acotado en la historia. Si el sábado fue dado al padre de la raza humana, que hace pensar que solamente los judíos, o los israelitas antes de Cristo, debían guardarlo.
Además, deberíamos encontrar evidencia a través de la Biblia que Dios desbendiga algo, o incluso que Dios desantifique algo. Así podríamos abrir la posibilidad de que Dios le quite la bendición y la santificación a Su día. Pero no hay casos así en la Biblia. Dios no desbendice ni desantifica, y si lo hiciera, no hay evidencia que Dios le haya quitado la bendición y la santidad al día semanal de reposo, también llamado, día del Señor.
Alguno puede estar pensando, pero hay un texto de Pablo, en Colosenses, que dice que nadie nos juzgue en cuento a días de reposo (Colosenses 2:16-17).
Pero ahí estaríamos errando al ignorar que Pablo está hablando de los servicios del santuario. Ese es el contexto. Si vas al antiguo testamento vas a encontrar que Dios les dio a los israelitas fiestas específicas a celebrar, y en ellas había días de reposo, en ciertos días del mes. Esto correspondía a los servicios del santuario. Esos días de reposo podrían caer en el sábado semanal o no. Pero no son lo mismo. Eran días ceremoniales, no los sábados semanales. Por lo que no corresponden al día que Dios reposó al finalizar la creación, porque esos días pertenecían exclusivamente a los ritos del santuario.
Como lo comentamos en el podcast anterior, Éxodo destaca que el sábado sería una señal entre nosotros y Dios, por todas las generaciones. Es decir, el sábado es una institución eterna. Es así de eterna que cuando hablamos de la tierra nueva que el apóstol Pedro (2 Pedro 3:13) dice que estamos esperando, y que también se menciona Apocalipsis 21; en Jeremías 66:23 dice que en la tierra nueva iremos a dorar a Dios de mes en mes y de sábado en sábado.
Y si los apóstoles no lo hubiesen tenido claro, porque no mencionarlo claramente en sus epístolas. Por ejemplo, si Jesús sabía que después de su muerte el sábado sería invalidado, porqué dijo “no vine a abolir sino a cumplir”. El mismo apóstol Juan podría haberlo puesto en su evangelio. El evangelio de Juan fue escrito después que escribiera el Apocalipsis. Juan ya era anciano. Si sabía que el sábado fue invalidado con la muerte de Cristo, porque no dejarlo claro. En realidad, hizo todo lo contrario, ya que en el evangelio de Juan 14:15 señala que Jesús dijo: “si me amáis, guardad mis mandamientos”. Además, en sus cartas el apóstol exalta la Ley y nos recuerda que es aún valida después de la muerte de Cristo.
En la primera carta de Juan, capítulo 2 es muy directo al decir,
“si decimos que le amamos, y no guardamos sus mandamientos, somos mentirosos”.
No podemos guardar los 9 mandamientos y estar bien. Santiago 2:10 dice que al transgredir un solo mandamiento nos hacemos culpables de transgredir toda la ley.
Piensa que, no podemos dejar de lado la imagen que Dios quiso que quedara en la mente de la humanidad cuando le entregó, en forma escrita, la Ley al pueblo de Israel. Podría haberla escrito en cuero, podría habérsela dictado a Moisés (y así lo hizo con las leyes ceremoniales), pero los 10 mandamientos se los entregó escritos por su propio dedo, no por la mano de Moisés, y se los dio en tablas de piedra. ¿Es posible que pensemos que lo que está escrito en piedra sea algo temporal o pasajero, y que este sujeto a cambios posteriores? Claro que no. Pasar por alto ese detalle sería peligroso.
Volvamos a Juan, pero esta vez vamos al libro de Apocalipsis. Muchos insisten que el sábado es una institución del antiguo testamento. Pero ya vimos que es imposible invalidar el sábado sin invalidar toda la ley de Dios, con sus 10 mandamientos. En otras palabras, si admitimos que la Biblia exalta la ley desde el Génesis hasta el Apocalipsis, no queda más remedio que aceptar que el sábado aún debe ser guardado por el pueblo de Dios.
Apocalipsis 12:17 dice que Satanás se enoja contra la iglesia o el pueblo de Dios. De acuerdo con este texto, el pueblo de Dios tiene dos características llamativas:
Apocalipsis 12:17 Entonces el dragón se encolerizó contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.
Además, la misma característica de guardar los mandamientos de Dios, se ve en las características del pueblo de Dios en el tiempo del fin, como se menciona en Apocalipsis 14:12,
Apocalipsis 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
No se puede leer Apocalipsis sin notar que, hasta el mismo fin de la historia de la humanidad en la tierra, el sábado será señal entre los hombres y Dios. La señal que marca la diferencia a los seguidores de Cristo y de los que no. Y como nos recuerda Jeremías, seguirá siendo el día de adoración aún en la tierra nueva.
Concluyamos con la siguiente idea. Dios separa, para un uso especial o sagrado, lo que él quiere, como señal de verdadera adoración. Él no le dijo a Adán, “elige el árbol que quieras para no comer de su fruto”. Tampoco le dijo, “sacrificaran el animalito que ustedes quieran para representar al Mesías”. Tampoco dijo que cualquier tribu de Israel sería apartada para el servicio del templo. Tampoco dijo la música que más les guste, y la que les haga sentir bien van a usar en el servicio del templo. No les dijo que apartaran el porcentaje que ellos quisieran de sus ganancias para el sostenimiento de los sacerdotes. El patrón bíblico es claro, Dios elige qué cosas van a tener un uso santo, y su pueblo obedece.
Así Dios no nos da la libertad de guardar o no, y qué día, para su adoración. Porque es la señal que Él eligió para su pueblo. Su pueblo no elige la señal.